El juego de mesa ha venido para quedarse. ¡Larga vida al juego de mesa!
Y es que cada vez somos más los aficionados a esta afición que ya forma parte de nuestra cultura, tanto por referencias (aceptamos pulpo como animal de compañía) como intrínsecamente en nuestros recuerdos.
Y es que, si echamos la vista atrás, nos daremos cuenta de que gran parte de los momentos más felices de nuestras vidas suelen ir asociados a esas partidas que jugábamos con nuestros amigos y amigas, con nuestros primos y primas, con nuestra familia… Las risas cuando se nos caía la torre de piezas o el burro saltaba tirando todo, el barullo histérico apretando a diestro y siniestro una palanca para que nuestro hipopótamo tragara canicas a mansalva, los piques cuando jugando al parchís le comías una pieza a uno de tus padres (¡Vendetta!, ¡esto por obligarme a comer lentejas!, las caídas de culo cuando tenías que poner la mano derecha en el círculo rojo y parecías la niña del Exorcista bajando las escaleras, la cara de pez que se te quedaba cuando tu abuelo o abuela sabía exactamente qué ficha del dominó o qué carta ibas a jugar…Todos sabéis a qué me refiero, ¿verdad?
Es inevitable sonreír cuando recordamos todos esos momentos. Pues este es, en mi opinión, el principal beneficio de los juegos de mesa: la capacidad para disfrutar de un momento divertido, relajado y distendido con los nuestros, y que recordaremos para siempre. La felicidad es lo que tiene, y si la unimos a la ingenuidad y falta de preocupaciones adultas que se tiene durante la infancia hacen que atesoremos esos recuerdos.
Pero no os dejéis engañar, no era solo diversión. Sin quererlo ni pretenderlo estábamos aprendiendo (alguno pensará ahora que si llega a saber que eran deberes o estaba estudiando, entonces no jugaba). Y es que efectivamente los juegos de mesa servían y sirven para enseñarnos. Con ellos podemos aprender mucho, y no hablo solo de conocimientos concretos adquiridos (como los juegos de preguntas, de geografía, etc), que también, sino de las habilidades sociales que nos ayudan a desarrollar.
Podría ponerme a enumerar de carrerilla (como si la profe me hubiera sacado al estrado a recitar la lección) una serie de “inteligencias” que los juegos de mesa ayudan a trabajar, tanto si las tenemos de serie y queremos potenciarlas como si las tenemos oxidadas y queremos desarrollarlas, así como ciertas áreas cognitivas.
Si partimos de la base de las “inteligencias múltiples” desarrolladas por Howard Gardner a principios de los ochenta (a saber, inteligencia lingüística, musical, lógico-matemática, corporal cinética y kinestésica, espacial, intrapersonal, interpersonal y naturalista) os daréis cuenta de que existen muchos tipos de juegos que trabajan alguna o varias de éstas áreas de forma muy concreta.
Así surgen juegos específicos que trabajan algunas de estas áreas, como por ejemplo “Hacemos el mono” para trabajar nuestras habilidades cinéticas, equilibro, control del cuerpo, etc, a partir de los 2 añitos,”Buildzi” para nuestra destreza manual, “Batalla de Genios”, “Cubimag” o “Grabolo” para desarrollar nuestra visión espacial y pensamiento lógico-analítico, “Carrera de Letras” para trabajar la parte lingüística, etc.
Sin embargo no debemos olvidar que hay otra serie de áreas que nos interesa trabajar, como la comprensión lectora, que nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea y las reglas que lo rigen, así como los objetivos a alcanzar. Ésta la desarrollamos con cada folleto de instrucciones que leemos, al asumir, comprender y reproducir todas las reglas que nos enseñan cómo jugar a un juego en concreto.
La memoria, que es fundamental, y nos ayuda a retener dichas reglas para poder aplicarlas durante la partida o en posteriores juegos. De hecho, cuantos más juegos distintos se jueguen, mayor será el nivel de comprensión, de asociación y de retención de conceptos.
La capacidad de planificación y de improvisación, ya que pueden ser herramientas muy poderosas para el sujeto a lo largo de su vida, por su capacidad de organización para optimizar su tiempo y opciones, y la de adaptarse a los cambios constantes que están fuera de su control para capear la situación de la mejor forma posible.
La estrategia y la gestión de recursos, que le permitirán hacer un uso responsable, estudiado y lógico de aquellas herramientas con las que cuenta.
Y las que para mí son fundamentales: el juego de mesa nos ayuda a conocernos a nosotros mismos (Inteligencia intrapersonal: nuestra gestión de la frustración, el aprender a perder y a ganar, la tolerancia con uno mismo y el desarrollo de una autoestima sana) y a aquellos con o contra los que jugamos (Inteligencia interpersonal: aprender a respetar a los demás, a escucharlos y comunicarse, a entenderlos, a empatizar, etc, y para ello son ideales tanto juegos competitivos como “Slapzi”, “Taco Gato Queso Cabra Pizza”, “Roedores”, como los cooperativos, como “Bandido”, “Bandida”, etc.
Posteriormente profundizaremos en los beneficios de los juegos de mesa a nivel de relaciones sociales familiares, pero ahora baste decir que ya solo con lo que acabamos de mencionar debemos dar entrada y espacio a los juegos de mesa en nuestras casas, puesto que es muchísimo el provecho que podemos sacar de ello, tanto por nuestro desarrollo cognitivo como por la diversión que suponen.
David García Rivas
Vendedor en Dideco especializado en juegos de mesa
Instagram: david_perseo