La vuelta al cole ya es una realidad y muchos niñ@s han conseguido volver a ver a sus compañer@s y disfrutar de cierta normalidad (con permiso de mascarillas y más medidas de seguridad). Pero ahora que volvemos al cole no todo tienen que ser libros de texto. Los juegos de mesa son una muy buena opción para aprender y desarrollar muchas habilidades cognitivas. Especialmente en aquellos niños a los que les cuesta más sentarse frente a un libro.
Los juegos tienen la ventaja de permitirnos explorar nuevos mundos, asumir nuevos roles y aprender de nuestros errores para conseguir superarnos en la siguiente partida. Además de estas virtudes muchos juegos nos ayudan a desarrollar habilidades cognitivas específicas o capacidades básicas relacionadas con las materias y áreas del cole. Este hecho ha sido aprovechado por muchos docentes que empiezan a incluir el juego de mesa en las aulas como recurso educativo en una corriente que se ha denominado “Aprendizaje Basado en Juegos”. Muchas familias los utilizan también para reforzar de manera lúdica contenidos trabajados en las aulas.
Los juegos de mesa tienen además, entre otros, beneficios psicológicos a nivel: cognitivo, emocional y físico; sociales: tanto a nivel individual como colectivo; y académicos relativos a las diferentes materias y contenidos del currículo de los colegios: lectura, expresión oral, cálculo, razonamiento, lógica etc.
¿Cómo podemos desarrollar esos beneficios en nuestros hijos?
Es fundamental contar en nuestra “juegoteca” con juegos que impliquen estrategia y pensamiento flexible como Froggy donde hay que planificar la táctica para cruzar las ranas al otro lado del estanque, lógica y representación espacial (como el magnífico Batalla de Genios), establecer relaciones causa-consecuencia que permitan el desarrollo de pensamiento lógico en los niños como el completo juego Reinas Durmientes (donde también se trabaja cálculo). Son muy interesantes juegos de razonamiento lógico y deducción como Sospechosos Inusuales (donde los jugadores serán investigadores que tienen que ir deduciendo a partir de pistas) o juegos individuales en los que los niños puedan enfrentarse a los retos de manera autónoma (incluyen un libro donde pueden comprobar las soluciones), como IQ-Pro y la colección de juegos de Smart Games entre los que son éxito garantizado Orden en la granja, Coral Reef, Ardillas, Misión Espacial y para los más pequeños de la casa Los tres cerditos, Caperucita Roja o My first Totem.
Los juegos también nos ayudan en el desarrollo de habilidades lingüísticas fundamentales como deletrear que podemos desarrollar con el juego Carrera de Letras para afianzar el abecedario, vocabulario y expresión oral y escrita, el juego Bananagrams que nos permite reforzar cómo se escriben las palabras mediante la colocación de las letras que lo forman o Palabrea que nos ayuda a ampliar nuestro vocabulario y ganar fluidez semántica y fonológica.
Para trabajar la dimensión social puede ser interesante tener juegos cuyas partidas sean cortas, con mecánicas sencillas (que se expliquen fácilmente) y garanticen horas de diversión con la familia o los amigos. En este sentido los juegos como Roedores, son un acierto. También son muy importantes los juegos cooperativos porque permiten establecer un objetivo común (eliminando la variante competitiva) y desarrollar habilidades en grupo (aprendizajes significativos compartidos: aprender a ceder, estrategias de negociación, liderazgo) por ello no pueden faltar juegos como Pillado (donde mediante pistas, que se consiguen entre todos, tenemos que adivinar quién es el culpable antes de que escape).
Es importante que en nuestra selección de juegos se tengan en cuenta los principios que hemos comentado para tener una biblioteca de juegos variada que ofrezca diferentes retos y experiencias a nuestros hijos, que suponga un punto de reunión donde compartir un rato juntos y compartirse en familia, donde todos estemos unidos por una tirada de dados, unas cartas y una sonrisa durante horas de diversión.